miércoles, 1 de junio de 2016

Para mi querido hermano menor.

Dicen que en el mundo todo cambia, que nada dura para siempre, que nada es seguro, pero no, yo no lo creo, yo difiero, yo pienso que hay cosas que pueden permanecer en el tiempo, que perduran, que jamás terminan. Como los pensamientos que nos despiertan las grandes melodías, los atardeceres junto al mar, las noches estrelladas, el hermoso amanecer que tiñe con un sinfín de colores el profundo e inalcanzable cielo y nos llena de nostalgia, como el amor a los padres e hijos, como el jubilo que despierta en nuestros corazones la alegría de los seres amados, como las sonrisas que brotan de nuestros rostros al recordar la niñez; La niñez, algo  recordaré siempre de la mía, serán las palabras de mis padres diciéndome que siempre, bajo cualquier circunstancia, lo único que tendría sin duda alguna sería a mi hermano, mi más grande compañía, mi mejor amigo. Pienso que eso es algo que durará por siempre.
La vida pasa tan pronto que parece un cuento escrito en unas pocas páginas. Basta con mirar atrás para entender que el tiempo no alcanza, que quisiéramos hacer más, vivir más; que la niñez fue muy corta, nos hizo falta un último juego,  nos hizo falta tiempo para soñar, para imaginar el futuro, dejamos de usar las ollas como cascos, las almohadas y sábanas como materiales para construir casas,  dejamos de reírnos de chistes tontos, de tener el valor necesario para disfrazarnos de caballeros y abordar extraordinarios mundos medievales, o de astronautas, y navegar por el inmenso universo. Seguramente todos hemos soñado con detener el tiempo para poder perpetuar aquellos momentos en los que nos sentimos realmente felices.   
De un momento a otro nos hicimos grandes, escogimos profesiones, olvidamos la magia que tiene una hoja en blanco, dejamos de sorprendernos con cosas sencillas, nos enamoramos; el jardín, el colegio, la universidad, todo pasa tan deprisa. Seguramente en poco tiempo seremos  viejos, habremos formado una familia, habremos caminado por la vida sin notar en qué momento llegamos tan lejos.
Y ahí estaremos, recordando sus palabras, porque son ciertas, porque no cambian. Somos los dos, hermanos, mejores amigos, compañeros, el uno para  el otro en las buenas y en las malas, como siempre ha sido. El regalo más grande que me ha dado la vida es el de poder llamarte hermano, y haber podido compartir contigo lo mucho o poco que ha pasado hasta ahora. Me siento orgulloso de ti y feliz por tu felicidad. Me emociona saber que hoy das el primer paso en una travesía que hasta ahora empieza, pero que con seguridad será magnífica y gratificante, porque tienes todo lo que se necesita para construirla de esa forma, sin importar lo que se interponga, sé que conseguirás cosas enormes, porque naciste para ellas.

Y si algo llega a salir mal, ahí estaré yo, siempre, sin importar nada, para darte un abrazo, un consejo, para ayudar en todo lo que me sea posible. Hay quienes dicen que todo cambia, que nada dura para siempre, pero se equivocan, porque algunas cosas son eternas, como el honor  que me produce poder decirte hermano mío.