miércoles, 31 de agosto de 2016

Existe una gran posibilidad de que jamás llegues a enterarte de esto, de que lo escrito en estas líneas no sobrepase la condición de un profundo deseo, de un anhelo inalcanzable, de algo parecido a una ilusión grabada sobre supuestos, de caprichos que encuentran su fuerza en un quizás, en posibilidades construidas por mi mente, pero lejanas, muy lejanas de la realidad.

Nunca, hasta el día en que te conocí, sentí aquello que los locos llaman amor a primera vista. No es que te ame, y en ello debo ser enfático, considero a esa expresión errada, puesto que el amor requiere de muchas más sensaciones y construcciones; pero antes de ti, no conocí a nadie que  tan solo con mirarme me quitara el aliento, que lograra congelar mi cuerpo, hacerlo temblar.

Jamás conocí a nadie que despertara tanto mis sentidos y atrajera mis miradas. Jamás conocí a nadie que se adentrara tanto en mis pensamientos y se aferrara a mis ideas; la verdad es que es inútil sacarte de mi cabeza, te pienso constantemente,  ideo a cada instante situaciones que quisiera vivir junto a ti, pero son solo eso; castillos que se construyen sin ninguna base ni fundamento, castillos frágiles, estériles, inocuos, efímeros, castillos que el más mínimo roce derrumba.


Nada me es más difícil que quererte en silencio, nada resulta más arduo que ocultar mis sentimientos, silenciarlos, esconderlos. Fingir día tras día indiferencia, fingir serenidad. Actuar, engañarte pretendiendo no sentir lo que siento, engañarme al repetirme una y otra vez que no vale la pena. Contener en mi corazón y mi cuerpo todo ello que haces que brote de mi. Pero debo hacerlo, debo hacerlo porque es lo correcto, porque es lo adecuado, porque mis oportunidades son nulas, lo sé. Debo hacerlo porque solo así podré mantenerte cerca, y aunque no tengo seguridad de que sea lo mejor, e incluso llegue a pensar que es un propósito absurdo, debo hacerlo porque espero que algún día pueda romper el muro que me impide gritarte lo que siento, tomarte de la mano y caminar a tu lado. 

viernes, 26 de agosto de 2016

Yo jamás he escuchado el sonido de las armas, los gritos de quienes corren para no ser alcanzados por las balas, jamás he visto ante mis pies ríos de sangre, hoyos en las paredes de casas hechas con cartón, latas, y sogas. Yo jamás he sentido el horror de ver campos cubiertos con cuerpos sin vida, no conozco el frío que produce la cercanía de la muerte, no tengo idea del dolor que causa ver morir a un ser amado por la acción de los fusiles que se han disparado en estas tierras; y aun así, siendo ajeno a estas, y a muchas otras cuestiones del mismo tipo, siento un gran dolor por todos aquellos que han debido soportar la crueldad de la guerra, y una profunda alegría al pensar que finalmente, después de tantos años, se presenta una oportunidad de paz.

Dijo algún día el mayor escritor de este país, Gabriel García Márquez, “la vida no es sino una continua sucesión de oportunidades para sobrevivir” y está oportunidad, tal vez sea la más grande que se nos presenta a las generaciones que nacimos en el seno de la guerra, del dolor, de la muerte, el llanto, la desolación, la desesperación y la inmensa tristeza. Se presenta por primera vez en décadas, una oportunidad real de transformar la historia de nuestro pueblo, la oportunidad de escribir nuevas páginas en nuestro presente y futuro que no estén acompañadas con las incontables lagrimas que se han derramado. Nosotros, los hijos de la guerra, tenemos hoy la oportunidad de alterar nuestro destino, de desfigurar nuestro presente, y de construirlo bajo las bases de la paz. Tenemos hoy, la responsabilidad de dejar a las generaciones venideras un mundo distinto, un país distinto. Todo ser humano es hijo de su tiempo, autor de él, y tiene como obligación dejar a quienes llegan un mundo mejor del que lo recibió al nacer.


Los invito entonces a tomar esta hermosa oportunidad, a no ser ajenos ante el dolor de quienes, como suele decirse, han visto a la muerte a los ojos, los invito a dejar de lado el odio y la rabia, a ser humildes, amorosos y sencillos, a dejar de lado la soberbia, los sentimientos de venganza, a dar el primer paso en la construcción de una nación más pacífica, igualitaria, democrática y amorosa, espero, y anhelo con todo mi corazón, que por primera vez en tanto tiempo, suenen más las risas que los tiros, que los abrazos sean por alegría y no por dolor, que juntos, todos, tomemos las riendas de nuestro tiempo y lo fabriquemos lo más parecido posible a lo que en algún momento hemos soñado.    

lunes, 1 de agosto de 2016

Siento de verdad una tristeza tan profunda. Yo sigo atado a la esperanza, pero la razón me dice que no debo, que finalmente eso que sueño no se hará realidad, que al final de todo, lo nuestro, tu y yo, no será el camino que elijas seguir. Siempre me cuestioné y te cuestioné por qué si decías que yo soy lo más lindo que le ha pasado a tu vida,  la decisión fue no seguir caminando, y en el fondo, la respuesta siempre la tuve: porque existen cosas del corazón que la razón no entiende. Y aún así, sabiendo eso, siempre creí que podríamos esforzarnos, que podríamos cambiar, que podríamos transformar todo en nuestras vidas para dejar que esto que ha sido tan importante para los dos siguiera floreciendo. Tristemente no fue así, tristemente no logramos salvar la enorme magia que nacía cada vez que nos mirábamos, que hablábamos, que nos besábamos, o hacíamos el amor. Tristemente las circunstancias fueron más fuertes, o tal vez, simplemente nunca tomamos la decisión real de enfrentarlas sin importar el riesgo, las grandes cosas de la vida requieren del mayor esfuerzo y sacrificio, y aunque lo hubo, no fue suficiente, y ahora este lindo barco en el que pretendimos navegar el inmenso mar de la vida, se ve reducido por las grandes olas de esta tormenta.

En las noches que paso en vela, mientras cierro los ojos, pido siempre despertarme, siempre guardo la ilusión de darme cuenta que estuve dormido y que todo fue sólo un mal sueño, pero los golpes que me doy contra la pared, el correr de los minutos en mi reloj, la primera luz que se asoma por mi ventana siempre después de las 5:15 parecen tan reales. Me doy la vuelta, miro tu frase escrita a mi lado, miro tus fotos, leo tu carta, abrazo nuestra cobija, el helicóptero, el carro, nuestros libros; leo las primeras páginas e imagino tu voz diciendo--¿te gustó?—tu pelo, tu risa, tu cuerpo, imagino que te hago el amor, que te muerdo, te masturbo, te penetro, te acaricio, te huelo, te siento junto a mí,  nos venimos y gritamos, imagino el éxtasis del roce de tu piel y la mía, y vuelvo a perderme en la idea de que estoy soñando, de que toda esa tristeza es mentira, de que pronto despertaré; pero no, la realidad es tan certera que me cachetea, me tira al piso, me patea, me golpea y me siento tan indefenso. Trato de pararme y antes de apoyar el primer pie me encuentro de nuevo en el suelo.

Siempre admiraré quien eres, con tus aciertos y errores, defectos y virtudes. Siempre he pensado que mi amor se hizo tan grande por el amor a tus virtudes, pero sobre todo, porque me enamore de tus defectos, amar las cosas buenas de las personas es fácil, cualquiera puede hacerlo, amar sus defectos, es un acto profundamente esencial, y yo lo hice, me enamoré de ellos, y al mismo tiempo, siempre pretendí mostrártelos, para que siguieras creciendo como ser humano y formando ese hermoso ser que eres.

Ahora, solo basta decir adiós, con lágrimas en los ojos, el corazón arrugado y un nudo tan absurdo en la garganta que hasta el aire encuentra dificultad para pasar. Tal vez jamás logre entender todas las razones que te llevaron a esto, que nos llevaron a esto, pero si son por tu bien, si crees encontrar en ellas la felicidad, lo único que puedo decir es que no existe proyecto más lógico y seguro, mi felicidad la até a ti hace mucho, y con certeza hoy sé, que si tu eres feliz, yo lo seré.

Quisiera tanto que caminaras a mi lado, quisiera tanto que vinieras a mí y me dijeras, no nos dejemos, no te vayas, no me voy, amémonos, sé muy bien que mi felicidad está junto a ti ahora, en mi nueva vida, en mis nuevos círculos, sé muy bien que eres mi presente y futuro, y no quiero recordarte como mi pasado, quisiera tanto eso, tanto. Pero de nuevo la razón me dice que así no será.


Ojalá  algún día vuelvas y me lleves a volar de nuevo, ojalá algún día me demuestres que la palabra adiós que puse arriba, fue estúpida, porque estos caminos jamás se separarán. Te mando, ganas, amor, sabiduría, luz, paz, risas, tranquilidad, paciencia,  constancia, disciplina, salud, te mando todo lo bueno que pueda existir en este mundo. 
Hoy, después de algún tiempo en el que la incertidumbre acerca de los dos invadió mi pensamiento, descubrí, no sin antes reflexionar durante largos días, que por más amor que sienta hacia ti, todo eso que un día me llenó de ilusión, no puede ser, no será.

 No se trata, como dicen algunos, de que no estemos hechos el uno para el otro, sabes bien que no creo en la predestinación del amor, y que pienso, más bien,  que tal sensación  es una decisión consciente, que existe gracias al esfuerzo que hacen las personas por permanecer junto a otras; no me malentiendas, no quiero decir con esto que no crea en el amor, quiero decir, que cuando existe un sentimiento entre dos personas, son ellas quienes deciden por medio de su esfuerzo y compromiso mutuo, convertirlo en ello que ha inspirado tantas obras hermosas en la historia humana.

La razón por la que comprendí que mantener viva la esperanza es inútil, escapa, sin duda alguna, a la idea absurda de que existe para cada quien una media naranja, un alma gemela. Creí durante mucho tiempo en tales fantasías, llegué incluso a pensar—y lo sabes bien—que  tú eras esa otra parte de mi, y que había encontrado aquello que muchos pasan la vida buscando y otros mueren sin encontrar. Pero algo que sé con certeza ahora, es que el tiempo es el mejor maestro en las cuestiones del corazón.

Soñé tantas veces con volver a tu lado, pero ya ves, no todo lo que se sueña se hace realidad. Y todos tenemos la obligación de ver, así sea tarde, que hay caminos que no conducen a ningún lugar, que hay caminos que nos hacen volver a donde empezamos, y que, al final, se convierten en prisiones que llamamos ilusiones y anhelos. En esa prisión estaba yo, deseando día a día que algo cambiara, deseando despertar de una mala noche, repitiéndome, cada vez que podía, que algo sería distinto la mañana siguiente, y ver eso no me gustó.

No siento que haya nacido para estar encadenado a  promesas que se desvanecen fácilmente, y no quiero navegar solo este mar para hundirme finalmente. Es esta la razón por la que hoy decidí abrir mi corazón y dejar que cada sentimiento y esperanza que aún conservaba, partiera lejos de mí. Debo hacerlo, de lo contrario seguiré esperando cosas que sabía que no pasarían, pero quería creer que sí. tal vez pensé en algún momento, que como afirman algunos, el poder de la mente es infinito, y que si lo deseaba lo suficiente, podría hacerse realidad. Tengo que seguir adelante, transformar mi vida, y volver a encontrar a la persona de la que te enamoraste un día, porque tengo la certeza, de que el tiempo que estuve en esa prisión, hizo que se ocultaran miles de cosas que antes me definieron.

Siempre recordaré con mucho cariño cada una de las historias que nos unen, incluso aquellas que hicieron brotar lágrimas de nuestros ojos. Nada, jamás, me hará creer que lo que vivimos no fue hermoso y verdadero, pero nada es eterno, y cuando las cosas se acaban la vida da dos opciones, continuar, o quedarse, yo escojo la primera.


Con el mayor afecto posible, te deseo lo mejor.